Cuando hace unos meses la Presidenta realizó una comparación entre la Argentina y Canadá, las críticas arreciaron. Los contrastes, mayormente en materia económica, resultaron obvios y autoexplicativos, también dolorosos. La comunidad reaccionó con prontitud, aunque también con algo de liviandad. Nada se dijo de las comparaciones en materia educativa que, en parte, es un factor causal significativo de muchos de los buenos indicadores económicos que puede mostrar ese país.
Al observar la ubicación de Canadá en los rankings más importantes del mundo se puede comprobar que, aunque nunca se ubica a la cabeza, siempre y forma consistente se mantiene en el pelotón de vanguardia. En el ranking de competitividad elaborado cada año por el Foro Económico Mundial, WEF, aparece 14 en la medición de 2013. En el ranking de conectividad, también elaborado anualmente por el WEF, aparece 12 en 2013 y 9 en 2012. En el informe de talento elaborado por The Economist, aparece 14 en 2011, con proyección de estar en la posición 8 hacia 2015. Finalmente, en el informe PISA, recientemente publicado por la OCDE, aparece 13, mientras que tres años atrás había aparecido en la ubicación número 6.
Como se puede ver, nunca primero, pero siempre dentro del grupo ganador. Los citados informes comparan hasta 150 países que consolidan en 98% del PBI mundial, así que la mirada general permite reafirmar la total imposibilidad de hacer ningún intento de comparación con nuestra querida nación.
Sin embargo, al hacer una aproximación más detallada sobre algunos datos del sistema educativo, se puede apreciar que, en esa materia, efectivamente se ubican entre las mejores naciones del mundo. Dentro del ranking de conectividad hay un indicador que mide la calidad del sistema educativo y otro que compara la calidad de las escuelas de negocios. Allí Canadá se ubica en las posiciones 6 y 5, respectivamente. En el informe de talento, Canadá es el país que mayor progreso muestra entre las mediciones del 2011 y del 2015, mejorando 6 posiciones. Es importante remarcar que este informe mide la capacidad que tiene un país para producir talento a gran escala, haciendo hincapié en indicadores fundamentalmente del sistema educativo.
Finalmente, en el ranking de universidades que elabora cada año el The Times Higher Education, Canadá posee tres instituciones dentro de las 35 mejores universidades del mundo y 19 entre las mejores 400. Nótese que en este mismo ranking solo figuran tres universidades de Latinoamérica entre 400.
La educación es un tema serio para los canadienses. La tasa de adultos con estudios terciarios completos es la más alta del mundo y la única superior al 50%. Gracias a ello, ese país ha logrado 22 premios Nobel, siendo la sexta nación más galardonada del mundo.
Como se ve, todo tiene una explicación y las relaciones causales existen. Las manifestaciones de talento, creatividad y profesionalismo de Canadá no son suerte ni destino, sino fruto del trabajo dentro de un entorno cultural meritocrático. Gracias a ello, Canadá ha podido ofrecer al mundo la invención de la insulina en 1929, la creación de los teléfonos a partir de trabajo de Alexander Graham Bell, las cremalleras y los BlackBerry fabricados por RIM, entre otros. Si de comparaciones se trata, claramente Jim Carrey no es Diego Peretti, Celine Dion no es Sandra Mihanovich y Justin Bieber no es Luciano Pereyra. Con cariño.
Lo más notable del caso es que Canadá no necesita ser líder en gasto para obtener esas tasas y resultados. De acuerdo a datos del Banco Mundial, en el mismo período en el cual el gasto en educación como porcentaje del producto bruto interno creció en la Argentina del 4.6% a 6.5%, en Canadá se mantuvo en el orden del 5.6%.
Con estos datos, ahora sí resulta más claro comprender por qué Canadá posee la 11a. economía del mundo en términos de producto bruto interno por habitante, y una producción artística, científica y empresaria notable. Como sostendría otro canadiense de clase mundial, Marshall McLuhan, en la aldea global, Canadá destaca.
Si en materia económica Argentina y Canadá son tan diferentes, en gran medida se debe a sus diferencias sustanciales en materia educativa.